Salsa blanca, también conocida como béchamel, es una de las salsas madre más clásicas y versátiles en la cocina internacional. Su origen se remonta a la gastronomía francesa del siglo XVII, y su nombre proviene del chef Luis de Béchameil, quien perfeccionó esta crema suave y blanca elaborada principalmente con mantequilla, harina y leche. En varios países de Latinoamérica, esta salsa es comúnmente llamada “salsa blanca” o “salsa bechamel” y se utiliza como base para diversos platillos, especialmente para las pastas, los gratinados y las preparaciones con mariscos o carnes blancas.
En México, Argentina, Colombia y otros países latinoamericanos, la salsa blanca se ha adaptado con ingredientes locales y variaciones que pueden incluir quesos, especias y diferentes tipos de leche. En algunos lugares, se le conoce simplemente por su función culinaria, como “salsa para pasta” o “crema blanca”, pero su esencia fundamental se mantiene en todo el continente, luciendo su textura sedosa y sabor neutro que realza los platillos sin opacarlos.