Verdadero pan de ajo
El pan de ajo es una preparación clásica que combina la simpleza del pan casero con el intenso sabor del ajo y la mantequilla. Su origen se remonta a las antiguas tradiciones italianas y mediterráneas, donde el uso del ajo en la cocina es fundamental, tanto por su sabor como por sus propiedades medicinales. En Latinoamérica, este platillo puede variar en nombre y estilo; por ejemplo, en México y Centroamérica se le conoce como "pan de ajo", mientras que en países como Argentina o Chile se disfruta mucho como acompañamiento en asados, aun cuando no siempre lleva esa denominación específica.
Este pan es muy popular en reuniones familiares y celebraciones, y suele servirse como aperitivo o guarnición. La receta tradicional suele incluir mantequilla, ajo y diversas harinas, aportando un balance entre textura crujiente y miga suave. Su popularidad ha trascendido fronteras, adaptándose en cada país según las costumbres y disponibilidad de ingredientes.
Como preparar Verdadero pan de ajo
Comienza la preparación uniendo el puré de ajo con la mantequilla, creando una crema homogénea y aromática.
En un tazón grande, combina la levadura con 1/2 taza de agua tibia.
Revuelve con un tenedor o un pequeño batidor para activar la levadura.
Agrega 2 1/2 tazas adicionales de agua y luego la sal al gusto.
Incorpora la harina poco a poco, 1 taza a la vez, empezando con la harina de trigo integral.
Utiliza un batidor hasta que la masa empiece a tener consistencia firme, luego cambia a una cuchara de madera para continuar mezclando.
Vierte la masa sobre una superficie de trabajo bien enharinada y comienza a amasar rítmicamente durante 10 a 15 minutos, hasta obtener una masa lisa, elástica y no pegajosa.
Si es necesario, agrega más harina mientras amasas para evitar que se pegue.
Para saber si la masa está lista, introduce dos dedos y observa que las hendiduras vuelvan a su forma original.
Cubre la masa con un paño y deja reposar mientras limpias, secas y untes generosamente con mantequilla el tazón.
Amasa la masa unas vueltas más, forma una bola y colócala en el tazón, girándola para cubrirla completamente con mantequilla.
Cubre el tazón y ponlo en un lugar cálido y sin corrientes durante aproximadamente 1 1/2 horas, hasta que la masa duplique su tamaño.
Sabes que la fermentación es suficiente cuando al meter suavemente un dedo, el agujero permanece.
Una vez duplicado el tamaño, enharina el puño y golpea la masa hacia abajo.
Amasa unas cuantas veces más y deja reposar brevemente.
Espolvorea una bandeja grande o dos pequeñas con una cantidad generosa de harina de maíz.
Divide la masa en 3 partes iguales y mantén cubiertas las piezas que no trabajes.
Enharina la superficie de trabajo y extiende cada pieza con un rodillo formando un rectángulo de aproximadamente 14 pulgadas de largo por 7 de ancho.
Unta cada rectángulo con la mantequilla de ajo suavizada.
Enrolla el borde largo hacia el borde largo opuesto, como si enrollaras una alfombra, y pellizca los extremos para cerrarlos.
Coloca los panes sobre las bandejas enharinadas.
Con un cuchillo afilado o una cuchilla de afeitar, haz cortes ligeros en los panes a intervalos de 2 pulgadas.
Cubre con un paño y deja fermentar en un lugar cálido y sin corrientes durante aproximadamente 1/2 hora, hasta que los panes dupliquen su tamaño.
Precalienta el horno a 400 grados Fahrenheit.
Hornea durante 35 a 40 minutos con un recipiente de agua hirviendo ubicado en el fondo del horno para mantener humedad.
Durante la cocción, rocía los panes con agua varias veces para obtener una corteza crujiente.
Para verificar la cocción, golpea el pan con los nudillos; debe sonar hueco.
Deja enfriar los panes sobre rejillas, aunque están deliciosos si se consumen tibios recién salidos del horno.