El cheesecake, conocido en varios países de Latinoamérica como "pastel de queso" o "tarta de queso", es uno de los postres más populares y apreciados alrededor del mundo. Su origen se remonta a la antigua Grecia, donde se preparaba una receta similar para alimentar a los atletas en los primeros Juegos Olímpicos. Sin embargo, la versión más conocida y original que hoy disfrutamos proviene de Filadelfia, Estados Unidos, gracias a la empresa Philadelphia Cream Cheese, que popularizó un queso crema de alta calidad en la década de 1870. En países como México, Colombia y Argentina, el cheesecake mantiene una gran popularidad y suele prepararse con variaciones en los ingredientes y coberturas, adaptándose a los sabores locales.
Este postre se caracteriza por su textura cremosa y suave, así como por su base crujiente hecha generalmente con migas de galleta. Aunque existen diferentes estilos, desde horneado hasta frío, la receta original de Filadelfia destaca por utilizar queso crema en su preparación, lo que le otorga ese sabor distintivo y equilibrado entre dulce y ligeramente ácido.
Como preparar Cheesecake original de Filadelfia
Para comenzar, combina las migas de galleta graham con la margarina hasta obtener una mezcla homogénea.
Presiona esta mezcla en el fondo de un molde desmontable de 9 pulgadas, asegurándote de que quede bien compacta.
Hornea la base a 325 grados Fahrenheit durante 10 minutos para que quede firme y ligeramente dorada.
En un bol grande, combina el queso crema, azúcar, jugo de limón, ralladura de limón y vainilla. Mezcla a velocidad media con una batidora eléctrica hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.
Añade las yemas de huevo, una a la vez, mezclando bien después de cada adición para lograr una textura cremosa.
En otro recipiente, bate las claras de huevo hasta que formen picos firmes.
Incorpora suavemente las claras batidas a la mezcla de queso crema, cuidando de no perder el aire incorporado para mantener la textura aireada.
Vierte esta mezcla sobre la base previamente horneada.
Hornea el cheesecake a 300 grados Fahrenheit durante 45 minutos, hasta que esté firme pero aún ligeramente tembloroso en el centro.
Una vez horneado, separa cuidadosamente el pastel del borde del molde con un cuchillo para evitar que se pegue.
Deja enfriar el cheesecake antes de retirar el borde del molde para mantener su forma intacta.
Refrigera el pastel durante varias horas para que tome consistencia y esté listo para servir.
Si lo deseas, cubre con relleno de cereza o fruta fresca para darle un toque extra de sabor y color.
