Biscochos italianos son una delicia tradicional de la repostería italiana que se ha popularizado en muchos países de Latinoamérica bajo nombres diversos, aunque generalmente conservan su esencia crocante y aromática. Estos biscochos tienen sus raíces en la cocina mediterránea, donde las galletas secas o "biscotti" se horneaban para alargar su conservación, siendo ideales para acompañar el café o el té. En países como Argentina, Uruguay y Chile, se conocen comúnmente como biscochos italianos o biscotti, mientras que en México y Centroamérica se suelen llamar galletas italianas o galletas de anís, debido a su característica semilla de anís.
La receta tradicional combina ingredientes simples pero muy aromáticos, como la ralladura de limón y naranja junto con el anís, otorgando un sabor único y refrescante. Con el paso del tiempo, se han convertido en un clásico que evoca reuniones familiares y celebraciones, perfectos para disfrutar acompañados de una bebida caliente.
Como preparar Biscochos italianos
Para preparar estos deliciosos biscochos italianos, comienza batiendo la mantequilla y el azúcar en un tazón grande con una batidora eléctrica hasta que estén bien mezclados y cremosos.
Incorpora los huevos poco a poco, batiendo hasta que la mezcla se vuelva esponjosa y homogénea.
Tamiza la harina junto con el polvo para hornear y la sal, luego mézclalos cuidadosamente en la mezcla de mantequilla y huevos hasta que estén completamente integrados.
Agrega los ingredientes restantes: la vainilla, la semilla de anís, la ralladura de limón y la ralladura de naranja, mezclando bien para que se distribuyan en toda la masa.
Divide la masa en tres partes iguales para facilitar el manejo y la forma.
Forma cada porción en un rollo largo de aproximadamente 1 1/2 pulgadas de diámetro.
Coloca cada rollo en una bandeja para galletas y aplana ligeramente la parte superior para darle forma uniforme.
Hornea los rollos a 350 grados Fahrenheit durante 20 a 25 minutos o hasta que estén dorados y firmes al tacto.
Retira los rollos del horno y déjalos enfriar un poco para poder cortarlos sin que se deshagan.
Corta cada rollo en rebanadas de 3/4 de pulgada de grosor con un cuchillo afilado.
Coloca las rebanadas en filas separadas por 1 pulgada en la bandeja para galletas para que se horneen de manera uniforme.
Hornea las rebanadas nuevamente hasta que estén doradas y crujientes, lo que dará esa textura característica a los biscochos italianos.