El pan irlandés es una tradición culinaria que tiene sus raíces en Irlanda, donde se ha consumido durante siglos como un alimento básico en el día a día. Este pan fue originalmente una preparación sencilla y económica, ideal para las familias campesinas que necesitaban un pan nutritivo y fácil de elaborar sin necesidad de levadura. En América Latina, el pan irlandés es conocido en algunos países como "pan de soda" debido a la utilización de bicarbonato de sodio o polvo para hornear como agente leudante, en lugar de levadura tradicional. Aunque su receta puede variar de un país a otro, su esencia sigue siendo la misma: un pan denso, con una corteza crujiente y un interior suave y compacto, perfecto para acompañar platos salados o para consumir con mantequilla y mermelada.
En países como México, Argentina o Chile, este pan ha ganado popularidad y se adapta a ingredientes locales, manteniendo su preparación rápida y sencilla, sin necesidad de largas esperas para fermentar la masa. Su característica más destacada es su textura y sabor que recuerdan a la tradición irlandesa, haciendo de este pan un puente gastronómico entre culturas.