Las donas son un dulce tradicional que ha conquistado paladares en todo el mundo. Su origen se remonta a los colonos holandeses en América del Norte, quienes introdujeron el concepto de bollos fritos a finales del siglo XIX. En Latinoamérica, este delicioso postre adopta distintas denominaciones según el país. Por ejemplo, en México se les conoce comúnmente como "dona" o "rosquilla", mientras que en Colombia y Venezuela también se les llama "rosquillas". A pesar de las variaciones en nombre y algunas diferencias de preparación, las donas mantienen su esencia: un bollo suave, esponjoso y dulce, frito hasta alcanzar un dorado perfecto.
En esta receta en particular, te presentamos una versión especial de donas hechas con masa mezclada con compota de manzana, que les aporta un sabor único y una textura jugosa. Las especias como la canela y la nuez moscada realzan aún más el aroma y sabor, creando un postre ideal para cualquier ocasión.
Como preparar Donas de masa con compota de manzana
Para empezar, en un tazón para mezclar, bate la mantequilla y el azúcar hasta obtener una mezcla cremosa.
Agrega los huevos, uno a la vez, batiendo bien después de cada adición para incorporar aire y lograr una masa suave.
Incorpora la salsa (puré) de manzana y el extracto de vainilla, combinando todo perfectamente.
En otro recipiente, combina la harina de trigo, el polvo para hornear, la sal, la canela y la nuez moscada, mezclando bien los ingredientes secos.
Añade esta mezcla seca al tazón con la mezcla batida, alternando con la leche para integrar los ingredientes sin sobrebatir.
En una sartén eléctrica o freidora profunda, calienta el aceite a 375°F (190°C) para asegurar una fritura uniforme y rápida.
Con cuidado, deja caer cucharaditas de la masa, pocas a la vez, en el aceite caliente para evitar que se peguen.
Voltea las donas con una cuchara ranurada y fríe hasta que estén doradas, aproximadamente 1 minuto por cada lado.
Retira las donas con cuidado y escurre el exceso de aceite sobre toallas de papel para mantenerlas crujientes.
Finalmente, enróllalas en azúcar mientras aún estén tibias para que el azúcar se adhiera perfectamente y aporten ese dulce toque final.